Norma Galarza Flores
No me gusta la política. Es la afirmación común de muchas personas cuando de repente surgen temas escabrosos que involucran ese tema en particular. Pero ¿Qué tan aceptable es que no te guste la política?
A poco mas de 200 años de la lucha iniciada en Dolores, Guanajuato, por el cura Miguel Hidalgo, de cuya pugna se logró que nuestro país dejara de ser parte del reino español y se resarcieran una serie de injusticias impuestas por la corona española que para los mexicanos de aquella época eran inaceptables, hoy nuestro país parece estar reeditando las situaciones de desigualdad y miseria que motivaron aquella primera revuelta.
La paz social en México, parece tener una suerte de espíritu karmático, que hace que cada determinado tiempo se vuelva a romper, esta afirmación se justifica en la historia, ya que, recordemos, a 100 años de la guerra de independencia se gestó la sangrienta lucha revolucionaria de 1910, cuando la santa paciencia de este pueblo aguantador, se vio mermada por las condiciones de vida sociales durante la dictadura de Porfirio Díaz, cuya desigualdad se hizo insostenible, con una mayoría hundida en la peor miseria y una élite opulenta y poderosa conformada principalmente por una pequeña burguesía y un número importante de empresarios extranjeros quienes poseían el control y la explotación de los recursos naturales.
Hoy, México, parece una bomba de tiempo, el detonante inicial; una fallida guerra contra el narcotráfico, que enmarcó la injusticia y la desigualdad social y que sigue provocando que en nuestro país corran los ríos de sangre, éste, puede ser el inicio de otra revuelta de proporciones catastróficas. No hay nada más cierto que la frase napoleónica que dice que, quien no conoce su historia está condenado a repetirla y este pueblo parece auto condenarse a repetir la misma historia continuamente cada 100 años. Las experiencias como pueblo de las luchas armadas en nuestro pasado parecen no habernos enseñado nada, no han sido el camino que logre erradicar las causas que las propiciaron, hoy a poco más 200 años de la guerra de Independencia y poco más de un siglo de la Revolución, las condiciones de pobreza y desigualdad, parecen reinstauradas.
Hoy, el pueblo mexicano se encuentra de rodillas ante una dictadura partidista, comparsa de los intereses de los millonarios pisoteando los intereses básicos del pueblo. Hoy, nuestro México dista mucho de ser equitativo, la rapiña voraz de un grupo político distribuido eficazmente en varios partidos políticos amenaza con vender, en un descuido, hasta el aire que respiramos
Por eso, debemos dejar la apatía, involucrarnos, porque gracias a esa apatía llegamos hasta este punto, a este punto peligroso de repetir otra guerra, que es inconveniente porque las luchas armadas del pasado han dado muestra de ser totalmente inútiles para lograr los cambios de estructura que requerimos como país. Hoy no tenemos otra salida, si queremos lograr un cambio duradero nuestras armas son la educación, politizarnos e involucrarnos, dejar la apatía. Así que, de cara al 7 de junio, es necesario que salgamos a votar, recordemos que de momento no tenemos otra alternativa, para incentivar un cambio mas que ejercer nuestro derecho en las urnas.